Correspondencia epistolar
La otra cara de Mikaela
Por muchos es sabida la relación que existió entre Mikaela y nombres tan relevantes de la cultura como León Felipe, Rafael Alberti, François Truffaut, Miguel Ángel Asturias, Miguel de Molina o José Hierro aunque, sin embargo, la propia artista, más allá de su unión artística y profesional, jamás hizo alarde de la verdadera cercanía que tuvo con ellos. Afortunadamente, conservamos en nuestro archivo numerosas cartas que ponen de relieve la importancia y la trascendencia que pudo tener Mikaela durante toda su trayectoria vital ya que son el fiel reflejo de una artista a la que gustaba aprender de sus maestros, estar en constante evolución y servir como apoyo a numerosos intelectuales, bien exiliados, bien señalados por el régimen que se respiraba en España.
Así pues, a través de una breve muestra queremos que descubran la parte más personal y humana de Mikaela a la par que destacar su labor como conectora entre intelecuales de diversos países a los que visitaba durante sus largas y exitosas giras como muestra de lealtad y afecto. No es de extrañar que éstos agasajaran a la artista -casi de forma improvisada- con dibujos, poemas o versos inéditos hasta la fecha que dejan entrever la verdadera vocación de su receptora, una amante de la cultura que atesoró numerosas obras de arte jamás expuestas, ya fueran adquisiciones propias u obsequios de sus más cercanas amistades.
Si volamos hasta finales de la década de los sesenta, nos encontramos ante la inminente salida de uno de los mejores álbumes de Mikaela, el dedicado a Rafael Alberti para el que seleccionó doce de sus poemas junto a Alfredo Mañas a los que puso música el turolense Antón García Abril. Por entonces, la correspondencia epistolar entre el poeta y la cantante es muy productiva, así como también los viajes que ésta realiza a Roma para ir enseñando el trabajo y disfrutar de unos días de vacaciones en casa del matrimonio Alberti-León. A pesar de que la gestación surge en 1967 aproximadamente, no es hasta el 31 de diciembre de 1968 cuando Alberti envía carta a Alfredo Mañas autorizando a García Abril y a la discográfica Belter para la realización de este trabajo donde, y según cita el poeta: "El 50% de los derechos corresponden al músico y el 50% a mí -Rafael Aberti- como autor". Acompaña la carta el dibujo de una "sirena tetuda" y otros asuntos personales.
El 15 de diciembre de 1969, Rafael Alberti vuelve a escribir a Mikaela y a Fernando (su representante) para comunicarles que ha enviado a Barcelona "la portada para el disco y unas pequeñas viñetas para los poemas". No sé siquiera si los recibísteis. Ni si os gustaron. Tal vez no. Hice la portada sólo con letras, como os había dicho. Bueno, me hubiera gustado una sola palabra". Acompaña la carta, como es habitual en toda la correspondencia, con interesantes dibujos". Poco después de un mes, el 28 de enero de 1970, vuelve a escribir a Mikaela lo siguiente: "Siento ya tus triunfos con orejas, rabos y mil vueltas al ruedo. ¡Olé! Espero con impaciencia el disco [...] Yo nunca he dado permiso a cualquiera para hacer mis cosas".
Entre tanto, también se han cruzado las habituales felicitaciones navideñas y otros asuntos personales. No será hasta abril de 1970 cuando, tras una importante suma económica -integramente a cargo de Mikaela-, se publique el imponente LP Mikaela canta poesías de Rafael Alberti con dibujos, efectivamente, del propio autor. Para esta grabación se necesitaron más de 3200 metros de cinta magnetofónica y 4000 horas de trabajo extendidas a lo largo de varios meses de grabación ya que Mikaela, a la par, tenía que atender otros compromisos artísticos con recitales y grabaciones. En la originalidad de Rafael Alberti también estaba la de felicitar a Mikaela el final del verano.
Durante los siguientes años la correspondencia entre Alberti y Mikaela es constante y a ello se suman numerosas llamadas telefónicas así como largas estancias de la artista en la calle Garibaldi de Roma, donde se establece el matrimonio Alberti-León a mediados de los años sesenta. No menos interesantes son las postales que envía Rafael desde distintas localizaciones informándole de sus viajes y sus compromisos literarios. En algunas de ellas improvisa versos como los que reproducimos:
Mikaela
flor de menta y de canela,
clavo, ajonjolí y clavel.
Por esa voz de candela,
un abrazo, Rafael.
Igual de fructífera e intensa fue la amistad entre Mikaela y el Premio Nobel Miguel Ángel Asturias con el que mantuvo correspondencia episotal durante varios años, especialmente a raiz de haber sido contratada para filmar en 1967 la película Soluna, el primer filme basado en una obra del guatemalteco. Entre ambos surgiría una profunda y recíproca admiración que se tradujo en la composición de varias letras para que Mikaela -la gitana, como él la llama- las llevase al disco o las interpretara en directo. La primera de ellas fue un himno a la paz originalmente titulada por Asturias como "Canción a la paz" que envió por carta con la siguiente aclaración: "Autorizo a la actriz Mikaela a que sea la única que interprete mi "Canción a la paz" con la música que ella escoja. Madrid, 7 de noviembre 1971". Anteriormente, Miguel Ángel Asturias ya había enviado en septiembre de ese año "original y copia de varios poemas adaptables a la música [...] Creo que habrá que acortar algunos, es decir, suprimir los versos que no hagan falta. Pienso escribir, si tengo tiempo y humor, algunas nanas, para mandárselas después, inéditas y originales por pensadas con la idea de la música, que es distinto".
Sería en la Navidad de 1971 cuando Mikaela llevase al disco dos villancicos firmados por Miguel Ángel Asturias con música de Ricardo Ceratto, únicas grabaciones como fruto de esta amistad. Los títulos: "El rey negro" y "El rey blanco" acompañados por el Coro del Colegio Nacional del Pardo y cuyos beneficios fueron donados íntegramente a UNICEF. El 2 de diciembre de 1971 le escribe desde París: "Espero que estés sin novedad, en medio de los villancicos y el Himno de la paz". Ya en febrero de 1972 vuelve a enviarle el poema "Oye Golondrina" para que "el joven argentino (Ricardo Ceratto) le ponga música y pronto esté en la voz de Mikaela". Así, la relación entre el Nobel y Mikaela se alimenta de cartas acompañadas de varios poemas inéditos.
A lo largo de 1972, Miguel Ángel Asturias escribe un precioso soneto en homenaje a las víctimas de la guerra de Vietnam pensando en que Mikaela le pusiera voz. Sin embargo, en septiembre de ese año el Nobel escribe a la artista una carta desde el Hotel Punta Negra de Mallorca para decirle que el cantante Michel "viajará a Moscú y desea cantar allí mi soneto al Vietnam". Por ser yo premio de la paz tengo interés en que se conozca allí esa letra mía". Tras pedirle reiteradas disculpas a Mikaela insiste: "En cambio yo mandaré a Mikaela un tema lírico para que ustedes busquen al compositor y así reponer lo del Vietnam". Y así fue, durante sus últimos dos años envió numerosos poemas para que Mikaela los utilizara como cantables.
Un ejemplo de ello es este que reproducimos arriba que el autor envió por carta a la artista y que titula, borrando el original, "Mi libertad" aunque siendo conocido como "Don Quimero". Sin duda, y a pesar de todo, "La paz en tres letras" (título definitivo) fue la que obtuvo mayor relevancia artística ya que se alzó con el Premio "Paloma de Plata" en el I Festival de la Canción celebrado en Valladolid en el año 1971.
Dejando a un lado a estas dos grandes plumas de la literatura hispana, Mikaela gozó del privilegio de muchas otras amistades ligadas a la cultura con las que, de igual forma, mantuvo una estrecha correspondencia epistolar. Citemos, por ejemplo, al gran compositor y musicólogo sevillano Manuel García Matos con quien coincide en México durante el transcurso de 1958. Junto a él, Mikaela graba su primer LP estereofónico publicado por la discográfica Montilla en Estados Unidos y cuya dirección y arreglos orquestales corrieron íntegramente a cargo de García Matos. Desde ese momento y hasta la vuelta del maestro a Sevilla -concretamente al pueblo Alcalá de Guadaira- las muestras de cariño entre ambos son patentes en cartas y postales. (Foto izquierda).
Los constantes viajes de Mikaela a Buenos Aires también dieron lugar a una intensa amistad entre el irrepetible artista Miguel de Molina y Mikaela, especialmente durante la década de los sesenta. Ambos forjaron un interés común por el arte universal y muy especialmente por el folclorismo sin etiquetas. Desconocemos muchos datos acerca de esta relación aunque conservamos un par de cartas, varias fotografías y un precioso abanico que éste regaló a la artista sevillana. Quizá una de las cartas más interesantes es la que envía Miguel de Molina a Mikaela en Diciembre de 1967 en respuesta a una postal enviada desde Atenas y en la que, además de felicitarle el próximo año, incluye unos versos inéditos y nunca publicados hasta la fecha en los que Molina demuestra su notable capacidad lírica con una fuerte inspiración de poetas contemporáneos.
Cansado de tanto andar
por los caminos
el tiempo ya me convirtió
en distancia.
Ahíto estoy de todo
abrazado al destino
con un adormecido soñar
de tolerancias.
Nací para ser roble
con alma de rosal.
Mi fuerza fue abatida
más no mi razonar.
También en el ambito de la pintura podemos destacar la amistad que mantuvo nuestra protagonista con el genio Julio Viera, artista polifacético que ha cultivado diversos campos como el cine, la escultura, la música o la poesía. Sus cuadros están cargados de fuerza expresiva apoyados sobre un cromatismo enérgico y unas pinceladas de gran vitalidad. Durante el mes de noviembre de 1967, Mikaela posa para el pintor a la par que el fotógrafo Antonio Alcoba realiza una serie de instantáneas de la artista. El resultado es un enorme lienzo que Mikaela atesoró junto a muchas obras de valor en su casa madrileña de la calle Granada y junto al que posó en numerosos reportajes de prensa y televisión. Aunque, sin embargo, la relación entre pintor y cantante es anterior ya que conservamos, entre otros archivos, una invitación enviada por éste desde París para asistir a una conferencia y exposición en homenaje a Picasso así como a su trayectoria y "Premio a la originalidad". Julio Viera, en su particular singularidad, escribe una nota a Mikaela a la par que dibuja un bonete sobre su cabeza y una aureola sobre la del retrato de Pablo Picasso.
Muchos nombres podríamos citar entre las amistades que atesoró Mikaela -quizá su mayor obra- y de las que conservamos documentos escritos como cartas, telegramas y otros textos de diversa índole. Celia Cruz y su esposo, la poetisa Gloria Fuertes, los insignes León Felipe y Blas de Otero, artistas flamencos de la talla de Manolo Caracol o el pianista Arturo Pavón, la criminalista chilena Felícitas Klimpel y muchos otros, dejaron constancia escrita de la amistad que les unió. Sería imposible reunirlos a todos en este apartado y por ello hemos seleccionado cuidadosamente una pequeña muestra como legado de una artista, Mikaela, que siempre presumió de haber estado rodeada de verdaderos maestros que la enseñaron a ser una ejemplar alumna.
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